Por María Alejandra Salamanca
A lo largo de la historia, muchas mujeres han sido borradas, sus logros y talentos oscurecidos por una sociedad patriarcal en la que han sido vistas como “algo externo, lo anormal”, asegura con impotencia la periodista y escritora madrileña Rosa Montero.
Cientos de mujeres se han destacado en campos como la ciencia, el arte, la política, la economía y la astronomía, pero “la historia ha sido machista y nunca las ha reconocido, por el contrario las ha dejado morir y desaparecer”, deplora Montero en una entrevista.
Ejemplos de ese olvido son la princesa sumeria Enheduanna, quien fue la primera autora literaria y astrónoma o la francesa Alice Guy, primera productora y directora de cine de la historia que en vez de ser reconocidas fueron eliminadas, relegadas.
Sus historias quedan plasmadas en “Nosotras”, la novela que escribió en 1995 y cuya reedición ha presentado ahora en Colombia. La obra recopila las “historias ocultas” de las mujeres que hicieron parte del desarrollo de la humanidad en un libro de 16 biografías al que llamó originalmente “Historia de mujeres”.
La escritora madrileña cuenta que su libro nació hace 24 años cuando “se pensaba que las mujeres no habían estado en la ciencia, en el arte o en la política” porque “no habían tenido la posibilidad de acceder a ese mundo”.
Pero eso ha cambiado, hoy el feminismo ha llevado a las mujeres a entender su valor: “Ahora mismo somos mucho más resistentes, mucho más capaces y mucho más peleonas”, asegura Montero con un tono firme en su voz.
La escritora francesa George Sand, seudónimo de Amandine Aurore Lucile Dupi y a quien Montero describe como “fantástica”, es un buen ejemplo de los casos que quiere reivindicar.
Sand tuvo que vestir de hombre y firmar como tal, “fue libérrima, escribió y viajó todo lo que quiso, tuvo un montón de amantes e hijos y vivió intensamente hasta el final”, explica la autora de “Nosotras” (Alfaguara), ilustrada por María Herreros.
La época en la que vivieron estas mujeres fue una en la que se le impusieron una barreras muy altas, vivieron, en palabras de Montero, “un auténtico genocidio”.
Pudieron estudiar en el siglo XX, período en el que también conquistaron el derecho a votar, pero seguían sin poder trabajar y para salir de su casa, debían vestirse de hombres y correr el riesgo de ser “enviadas a la cárcel o ser quemadas si las atrapaban”.
A pesar de la situación que vivían, el filósofo francés Nicolas de Condorcet supuso un pequeño destello del cambio que empezó cuando levantó su voz en pro de las mujeres y dijo durante la declaración de los derechos del hombre que no existirían de un modo absoluto si no se aplicaba lo mismo para la mujer.
Años después, el escritor estadounidense Mark Twain se sumó al filósofo al declararse feminista, lo que en palabras de la escritora española, “fue maravilloso”. Ellos marcaron el comienzo del cambio por el que lucha Montero, una mujer que desde pequeña adquirió conciencia de lo que significaba nacer mujer.
“Cuando niña, yo no era tratada igual que mi hermano y eso no me parecía justo”, subraya Montero. Ese mismo pensamiento fue el que hizo que en 1995, Rosa Montero recopilara las “historias ocultas” para comenzar el periplo de su obra.
El compilado llega ahora en un período en el que, según ella, se modifica un tipo de sociedad que ha sido milenaria y se cambia “el papel del hombre y la mujer en ella”.
“En estos últimos dos años hubo un empujón grande, estamos subiendo un pequeño peldaño en la historia que significa un avance inmenso y esto es gracias a que por primera vez los hombres se están integrando en el movimiento” feminista, dice Montero con orgullo.
Pero así como la mujer ha ganado reconocimiento y libertad en la sociedad, también debe tener claro que puede perderla, como lo ha demostrado la historia. El siglo XIX o la industralización llegó con muchos cambios y, a comienzos de este, la mujer estaba en la cúspide, había adquirido más libertades, pero a finales de este período estuvo en el peor momento de su historia, señala Montero.
Ese ejemplo le sirve a la escritora nacida en Madrid en 1951 para hacer una reflexión. En su opinión, el crecimiento de la mujer ha sido vertiginoso en los últimos 100 años porque se ha cambiado un prejuicio de milenios.
“Debemos procurar librarnos de los prejuicios. El prejuicio es anterior al juicio y es invisible, es como una parásito del pensamiento, eso es lo que lo hace tan impenetrable y tan difícil de erradicar”, concluye. Por ahora, la consigna es seguir creciendo, no dar un paso atrás en la lucha por vivir en una sociedad igualitaria, tener en cuenta que “se puede perder todo” y de ahí sacar fuerzas para seguir.
“Las mujeres no queremos ser santas, las mujeres queremos ser libres,” subraya entre risas Rosa Montero.